viernes, 22 de marzo de 2013

Chipre y la cabeza engendrada en una tumba




Existe en mi mente un paralelismo entre los libros de viajeros  dedicados a recorrer las tierras desconocidas y consagrados a relatar historias quizás verídicas o ficticias, tal vez nunca lo sabremos,  y una manera más moderna o racional de comprender el significado sutil que esos peregrinos reparaba  del mundo y sus circunstancias.
Ese viaje, también es una marcha hacia lo recóndito de nuestra alma, o debería serlo, al menos por especulación intelectual, para comprender lo incomprensible de nosotros mismos.
El erudito inglés Walter Map, estudió en la universidad de París y fue alumno de Gerard la Pucelle, como cortesano de Enrique II fue enviado a misiones en diferentes cortes, pero su pasión por la escritura lo llevó a regresar  con historias de vampiros y con la siguiente fábula referida  en occidente y por primera vez en inglés:
La leyenda de la cabeza engendrada en una tumba.
“En el sur de Chipre, existía una región que en la antigüedad era abundante y próspera, pero que hoy se halla  infecunda y abandonada.
Bondadosa se erguía una ciudad esplendorosa cuyos edificios aún pueden verse en ruinas.
Numerosos van a recorrerla, pero nadie recomienda quedarse mucho tiempo, las advertencias son mandatos que cruzan el inconciente colectivo a la velocidad de la luz para instalarse.
La historia cuenta que una joven hermosa murió poco tiempo antes que su enamorado regresase. Los viajes tienen esas cosas imperceptibles al conocimiento o a la medida de los instantes humanos.
Preso de la locura fue hasta su sepulcro, lo abrió y se acostó junto al cuerpo ya sin vida hasta la mañana siguiente.
A los nueve meses, una voz  que llegaba de ninguna parte le ordenó que abriese el panteón y observara su engendro.
Una cabeza monstruosa salió volando del interior y deambuló con su visión fatídica hasta dejar desolada toda la comarca”

En nuestra pobre incomprensión de la realidad que nos rodea ¿no seremos capaces de fecundar y generar situaciones que a posteriori nos enterrarán en situaciones terribles por la simple pereza de delegar nuestra responsabilidad?
El inconciente sigue allí, mirándonos, no consigue advertir al cuerpo social que lo sostiene, que su conducta desequilibrada e inocente, es carne de cañón para los que manipulan el poder de la confusión.

Oscar.

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