Rodando los párpados
hacia el borde de la
inquieta vuelta,
se descubre una
desgastada nebulosa,
es el tiempo
trasnochado y frágil,
preñado de caprichos
temblorosos.
Juega en la
inmediatez del momento,
desgastando los labios
blandos,
inmóviles y sin
lenguaje concreto
para articular el
extraño sabor.
Nada será ya como
antes,
los años se desharán
en el intento,
lo llamaremos delito,
tal vez error,
jirones emborronados
de atardeceres
huecos,
donde todo sucedió
pero nada trascendió,
asuntos inacabados
que regresan
fantasmales,
demorados en la
espera existencial,
mientras tragamos
saliva
y reforzamos las
puertas,
para continuar en la
vuelta,
sensibles,
hasta dejar de
respirar.
Amparo
(Foto: Angelo Musco)
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