sábado, 26 de enero de 2013

EL OLIMPO HORTERA




“Si yo no fuese Alejandro, quisiera ser Diógenes”


Dice Antonio Machado: “Al pensamiento lógico o matemático,  que es pensamiento homogeneizador, a última hora pensar de la nada, se opone el pensamiento poético, esencialmente heterogeneizador".
Quisiera ser lo suficientemente claro para tentar al lector a reflexionar sobre estas palabras, porque sin su comprensión, de nada valdría continuar escribiendo.
La poesía no consiste esencialmente en un edulcorante ramo de rosas entregadas a la amada, y que tampoco veo mal, pero el uso esencial de las letras transportadas a su máxima eficacia, contiene en sí mismo un poder originado tanto por la creación milenaria del idioma, como por la praxis de la teoría que la contiene.
Existe en la humanidad un pensamiento homogéneo, unificador, análogo, y ciertamente con una marcada intención de equilibrio.
En toda la articulación de nuestra historia, alguien, o todos juntos, hemos considerado que es mejor y más conveniente o beneficioso, el uso pragmático diario de un acuerdo masivo a toda escala.
He aquí el primer error que inicia la cadena de injusticias en donde una tendencia inicial hace que el individuo ceda a cualquier disidencia primordial, y porque a todas luces la naturaleza nos enseña que su espectro de substancias biológicas, resplandece en su pluralidad,  fundamentales para todas y cada una de las especies.
La globalidad es un saqueo de la razón orgánica que la sustenta, no existe en el medio ambiente que nos contiene, y sólo es una invención interna del hombre.
Es lo que se conoce en un lenguaje llano como “mandatos para ser feliz”, que consiste en nacer, estudiar una carrera, trabajar, casarse, tener hijos, comprarse la casa, el auto, vestirse de una determinada forma, una sola moneda, por eso las modas, los conceptos, los dogmas religiosos, la tecnocracia, los partidos políticos, las leyes arbitrarias, el más duro, “el que la tiene más larga”, el más rápido, el competitivo, el profesional del engaño, el listo, el vivillo del barrio, el iluminado, el elegido, etc., y cualquier rumbo que desconozca o incluso rechace dichos preceptos, será desterrado ante la mínima discordancia o castigado al ostracismo social  sin ninguna piedad o consideración, ninguna querido lector, a pesar de cualquier ensayo progresista.
Ésta sutil energía instalada en nuestra alma y no otra, es la que envenena el planeta día a día, lentamente, sigilosa como un caballo de Troya, como un bacteriófago de la carne terrestre que pisamos y donde seremos sepultados algún día.
Los sistemas económicos son antropófagos de sí mismos, los estadistas no pueden ni quieren gobernar pues hay un acuerdo tácito que para estar mejor, hay que desarrollar una expoliación de los recursos a cualquier precio, y eso sí, encima con entusiasmadas pruebas de “sostenibilidad”.
Nuestra mente tiene instalado un procedimiento que no nos permite cambiar el rumbo actual, nos bombardean con informaciones dispersas desde niños que en la actualidad, si les preguntas, creen que los pollos se originan en los “super”, pero que el  establishment, que somos todos, te lo aseguro, se encarga de rebatir con argumentos de una supuesta mejora cultural a través de una tecnología que sólo está al servicio de la misma maquinaria que los produce y acelera, y cuya única función es venderle a la gente su adicción a otra apócrifa comunicación que consiste en mensajes de textos cuya gramática no superaría el preescolar del último rincón de la Antártida, y porque a decir verdad, nuestro ideal del pensamiento “Verde”, apunta a tomarse una cervecita de los países bajos o contar  dólares americanos o billetes de 100 euros.

Se preguntará el lector el origen de mi cabreo y lo compartiré.

Ayer asistí en embriaguez instructiva a una charla sobre un libro exquisito escrito en español, y cuyo autor vive en Valencia y que no nombraré por decoro y buen gusto hacia su persona.
No sólo que describe de dónde venimos y hacia qué escenarios posibles nos encaminamos, sino que a solas pudo contarme la total soledad con que trabaja, la miseria económica a la que está sometido, el descrédito de ciertos  colegas universitarios cuya erudición reside más en conservar sus puestos y cobrar a fin de mes, que discrepar de la prepotencia de los mandos académicos, incapaces también ellos de ver a mediano plazo la microscópica eventualidad de un posible peligro para la sociedad no sólo ibérica sino mundial.
Entre sus conclusiones existe la posibilidad que el polo norte se derrita en septiembre próximo, no dentro de mil años, se halla el riesgo que en los inmediatos 40 años, 15.000 días, ¿qué edad tiene tu hijo o nieto ahora? El sur de la península conseguiría alcanzar los 50ºC de promedio con un incremento de vientos de cien km.
Ni quiero imaginar un incendio en esas condiciones.

Estaba frente a mí y a otras trece personas, catorce asistentes para un descendiente directo del Logos Griego, un heredero de las escuelas pluralistas que gana por cada libro vendido 1,5 eu.

Pero lo peor, lo que estrujó mi corazón hasta estrechar mi conciencia, fue que de inmediato, sin esperar, nos dio no una sino diez soluciones de cómo resolver la crisis planetaria, la financiera, la ecológica, la real, la mutable, la humana, la insensible, avara, la hortera e ignorante humanidad con sus reinos, sus perfumes, sus aviones, y sus cazuelas de grasa a borbotones alimentado paletos.

Nuestro escritor prepara dos libros nuevos en silencio.

Yo también prefiero ser Diógenes…

Oscar.

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