Al norte de tu pensamiento, al sur de tu imaginación... cuando comienza la noche, o cuando desabrochas la mañana... Ver, escribir, sentir entre silencios, observar imágenes o palabras, éste es el sentido. Bienvenidos!! Amparo y Oscar
jueves, 16 de agosto de 2012
Libros homicidas
Cientos de elogios diferentes puede recibir un libro. Es un instrumento de sabiduría, un objeto de cultura, educación, entretenimiento, compañero que al llamarlo responde con prontitud dispuesto a convertirse en el espejo donde reflejemos nuestras dudas, ilusiones, miedos. Desvelador de secretos y enigmáticas oscuridades que en lo más profundo de nuestra mente se generan, consejero y guía del ser humano en este viaje que es la vida. Sin embargo, así como dijo el poeta alemán Heinrich Heine, “allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres”, hay hombres que se han sentido inducidos a matar tras la lectura de libros cuyo contenido sugiere la muerte, y si directamente estos manuales de supuesto saber no matan, al menos lo pretenden. Existen lecturas que contienen recomendaciones que parecieran ser extraídas de cualquier texto bárbaro y cruel, obras inquietantes que abiertamente estimulan e incitan a aplicar sin ningún tipo de remordimiento la justicia más violenta. Textos procedentes del Antiguo Testamento, libros prohibidos o esotéricos como el Malleus Maleficarum, o numerosas obras de la Inquisición ostentan esta condición de libros con capacidad homicida. Menos exaltadas pero igual de alarmantes, son aquellas obras envueltas en el misterio y la superstición, tal es el caso de los cuentos las Mil y Una Noches, rodeados de una perturbadora creencia que afirma que quien lee entero el libro morirá en el plazo de un año, hecho que ha puesto a muchos traductores ante un verdadero conflicto. O aquellos otros textos tras cuya lectura algunas personalidades sensibles y angustiadas se han visto abocadas al sacrificio, como la polémica novela Werther, de Goethe, marcada como la causante de una serie de suicidios de jóvenes influenciados por el carácter supuestamente maligno del libro. Es innegable que el ser humano actúa muchas veces sometido a una gran presión psicológica individual o colectiva, y tal vez a la historia le ha servido en momentos de autojustificación el hecho de culpar o atribuir a ciertas obras una capacidad asesina, quizá para disfrazar de alguna forma los muchos actos de barbarie que en nombre de un dios o un rey se han cometido. Amparo.
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