sábado, 16 de junio de 2012

AMANECER EN EL SUR


Observo el pequeño brillo
de una forma que todo lo cambia,
y lenta y silenciosa escapo
hasta la gruta de tus mares.
Siento que son retazos
de memoria retorcida,
presencia débil que te transporta
a aquéllos antiguos lugares,
sonidos de acordeones
que dibujan con su luz clara
los rincones solitarios del espíritu estival.
Las calles y las plazas,
y aquéllos que te amaban,
te contemplan desde el rastro luminoso,
recibiendo con alegría
tu presencia cariñosa,
derramada recompensa
de un recuerdo azaroso,
que escribe líneas en tu frente
y madura la vida que nos llama.
¡Cómo olvidar ese comienzo!
Susurro claro
envuelto en la intimidad de tu historia.

Robo un segundo para deshacer el hechizo,
para descubrir la luz y la sombra,
y descifrar los acertijos
de quien mi alma adora.
Cuando el poder de la memoria
cesa su vuelo en espirales,
y la espera,
risueña de desmorona.
Entonces se despierta mi semblante
que impaciente regresa contigo,
a respirar tu aire
y caminar tus caminos,
ver lo que tus ojos ya vieron,
lo que tus manos vivieron,
percibir la voz de quienes has querido,
andar las raíces
y los senderos transitados,
pasos de estructura invisible,
imágenes que nacen y mueren
de forma casi imperceptible,
que van creciendo a media luz,
sin vitrola que llore ni gato de porcelana,
sólo la orilla ensortijada
de un amanecer en el sur.

Amparo.


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