Imagen de internet.
Música, Requiem for a dream.
“El visitante le preguntó al monje: ¿Cuán vieja es esta magnífica campana?
Tocando con su mano el rico metal, el monje le respondió… alrededor de 500 años,
pero –moviendo su mano hacia el interior de la campana- este vacío es eterno.
Luego, el monje golpea la campana y su sonido llenó el espacio hasta las más lejanas montañas del valle. Sonriendo, el monje le pregunta al visitante de dónde cree que proviene el sonido… ¿del metal o del vacío? ”
(Alegoría de la campana de la tradición del budismo Zen)
EL ORIGEN
La mirada abandona su horizontalidad
para retorcerse con expectación
sobre el esplendor de la sabiduría.
Mi mente, modificada por la búsqueda
ansía hallar la forma,
la extraña concepción de lo que fue,
como principio anterior a la existencia.
Sin embargo sólo percibo
un remoto silencio deshabitado,
un espacio inmenso,
colosal y desfigurada matriz
de todo lo que nos precede.
Mas mi pensamiento se desdobla
en una muda oscuridad,
desesperado conocimiento de la ausencia,
fría sospecha de un cosmos desvanecido
en el interrogante de su propia naturaleza.
Audaces dudas asaltan la fe racional,
desplomando ferozmente
las señales de todo lo conocido,
como un fantasma brillante en su desconcierto.
El instinto concibe un límite,
una finitud suspendida en el vacío,
ignorante de lo que se extiende más allá.
¿Pero es ésa la verdad?
La razón en su dureza
imagina un universo profundo,
desértico en un comienzo de caos cósmico,
dibujado en anchura y profundidad,
confiado en el orden lógico
que estabiliza las inquietudes.
Existe una visión cerrada
que regresa y susurra la norma,
mas el juicio expande su propósito
y los sentidos conjeturan lentamente
la percepción de lo que significa la nada,
tomando forma la agitada conciencia
que me sumerge en un apasionante principio.
¿Es algo la nada?
¿Puede ser lo que no está?
¿Acaso existe algo eterno e inmortal?
Doy la bienvenida
a la insólita y acuciante necesidad,
al aliento de la intuición,
a la tímida quimera de rebatir cualquier presunción.
La incertidumbre emerge
como una sombra amorfa,
hasta que la idea me derrumba
y desgarra cruelmente mi seguridad.
Es poderosa en su ostentación,
y la comprensión brutal de la realidad
me confina en un atormentado secreto.
Nunca estaremos más solos
que en esta búsqueda desalentada
del origen de nuestra vida.
Amparo Climent
Valencia
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